Aunque es un término relativamente de moda (yo diría que a la moda), la resiliencia tiene que estar presente en nuestro día a día. Queramos o no, este término que referencia la capacidad de construir cosas positivas en momentos de crisis, es una herramienta de transformación que nos permite movernos con más facilidad entre obstáculos. Debe convertirse en un hábito que nos permita aflorar esa parte interna que enaltece la fortaleza que construimos en nuestros hogares.
Con la contingencia ha llegado un desfile de retos para todas las generaciones. Una sacudida sin precedentes que rompe el esquema de la cotidianidad, es una situación que nos obliga a retomar lo esencial, volver a lo básico. Y no lo básico en ese imaginario minimalista moderno, donde solo encontramos un par de cosas simples, blancas. Es eso básico lleno de color que nos llena el alma. No quiero sonar como un arco iris de positivismo, dejando a un lado las tonalidades de la realidad, pero si quiero rescatar ese viaje al pasado que ha significado la cuarentena para muchos.
Claro. Es otra época, tecnológica, “llena de opciones y distracciones” pero que finalmente nos está dando la oportunidad, como lo hace la resiliencia, de potenciar herramientas con lo que verdaderamente importa…la humanidad, no como definición sino como característica. Este es el punto crucial donde el boceto deja de serlo.
Usar la razón para resolver problemas, cualidad humana, asociar ideas y conceptos es la clave que traduce el tema central de este texto, la creatividad. Hoy nos estrellamos con esta capacidad, que algunos habían dejado de lado o solo permitían que saliera a flote en momentos trascendentales, en cifras o situaciones laborales. Hoy, en el atropello de la información a través de medios digitales y masivos, la lluvia de angustia y sin sabor al pensar en el cambio inevitable, en la rutina fragmentada en varios pedazos, brilla una luz acuarela que nos remite, de una u otra forma, a una época de riqueza verdadera, la infancia.
Cambia el contexto y nos transformamos con él
El COVID-19, sin quererlo, nos ha llevado a recorrer pasos. Nos ha transportado a esa época en que, con alguna sábana y palos de escoba, construíamos un campamento; en la que el “dueño del balón” era el epicentro de los sueños colectivos y personaje más esperado en una tarde soleada; en la que el valor no el precio, era lo que nos definía. Nos ha obligado a hacer mucho con relativamente poco.
Nuestras cuatro paredes nos han llevado a pasar los límites, a buscar opciones para volar, salir. A analizar y evaluar. Nos han dado el lujo de retomar la imaginación, de ser creativos. Este tiempo en familia nos ha impulsado a las viejas costumbres, a desempolvar juegos de mesa, a compartir historias jocosas; a distraernos atípicamente, a valorar esos helados en cualquier centro comercial, el gimnasio que algunas veces dejábamos agendado y a pelearnos la sacada del perro. Nos ha matizado la vida con una gama de colores medio surrealistas.
Ahora en casa, tenemos la excusa perfecta para fomentar toda esa creatividad, para sorprender y dejarnos sorprender. Es un momento para revivir e inmortalizar el cómo, de forma resiliente, logramos superar con tonos vibrantes una época de grises.
Nuevos espacios, nuevas historias
Aprovechemos, vivamos y fusionemos toda esa creatividad represada con las “nuevas” tecnologías, es como montar bicicleta. Así qué:
- Visitemos museos virtuales. En Colombia y el mundo se habilitaron interesantes recorridos a través de la historia y piezas artísticas. El museo del Oro, del Arte Contemporáneo y el de Botero, en el país. El Museo Americano de Historia Natural en Nueva York, el Louvre en París, el de Frida Kahlo en México y hasta el Vaticano han abierto sus puertas digitales para compartir toda esa riqueza cultural que guardan en sus paredes.
https://colombia.as.com/colombia/2020/03/30/tikitakas/1585580108_579859.html
- Leamos. Muchas editoriales alrededor del mundo pusieron su granito de arena para amenizar el confinamiento. Tenemos libros gratis en varias plataformas online, así que es el momento para leer en familia o buscar ese libro que no tuvimos la oportunidad de comprar en el pasado.
- Cocinemos en Familia: Esta actividad siempre va a ser divertida, además de fomentar la creatividad. Los tiempos, la espera y el emplatado lograrán un efecto que, a través de la vista, el olfato y el gusto, nos dejará recuerdos como los del campamento con sábanas y escobas. Muchos videos online para lograr el menú perfecto.
- Qué no falte el ejercicio. Estimula el aprendizaje y la memoria, además libera endorfinas y atenúa el estrés. En la web encontramos mil rutinas, busquemos la que nos haga más felices.
En conclusión, y para no extenderme más, esta es una invitación abierta a pintar esta época de cuarentena con una mezcla de ingenuidad infantil, resiliencia y tecnología. Es tiempo de retomar hábitos y mejorar otros, de recordar la esencia. Es familia, es cuarentena de vida y por la vida.
Por Alexandra Burbano Abosaid
Directora Creativa – Pupila Agencia Creativa