“Honestidad, disciplina, no sé si sea un valor. El amor por hacer lo que hacemos. Equidad a todo nivel. El respeto y tolerancia por los demás.” Esta es la receta de Mauricio Raigoza para definir a la familia Ojara. Él tiene prácticamente la misma edad que la empresa, es calladito, servicial de corazón y lo único que no le aterra de volar, es hacerlo por los sueños. Más de la mitad de su vida la ha compartido con esta empresa, nos ha acompañado en 4 trasteos, y ha sido un ingrediente esencial para superar adversidades y un ejemplo de motivación para salir adelante.
Su nobleza, cómo la del plástico, es la característica que lo ha llevado a escalar una montaña de cargos. Con su familia y Dios de la mano, ha buscado crecer y como consigna principal lo ha hecho muy bien. “Cuando Don Juan me propuso ser vendedor, yo no lo podía creer. Ese momento me marcó. Estuve en ese puesto como tres o cuatro años y luego pasé a la dirección comercial, donde llevo doce años”, cuenta Mauricio en ese tono de felicidad que le produce saber que aquí en Ojara, aprendió a manejar carro parqueándolos, pudo estudiar una técnica y tres diplomados, además de tener su propia casa, darle estudio de calidad a sus dos hijos y conocer países como Costa Rica, Panamá, Guatemala, República Dominicana y Perú.
Cada uno de sus pasos a dejado huella, su conocimiento del producto, material y procesos le ha dado una consciencia frente a la ayuda que representa el plástico para la humanidad; cómo hace presencia en cada aspecto importante de la vida, y cómo podemos seguir trabajándolo respetuosamente y usándolo con responsabilidad.
Él, más que un representante de Ojara, es un ejemplo de cómo funciona esta familia, como generamos oportunidades, empleo y ayudamos a crecer a otras empresas; como perdemos el miedo a volar, trabajamos en equipo, somos honestos y nos admiramos. Sus palabras de aliento y agradecimiento por cada uno de sus compañeros y jefes, a través de su historia en Ojara, además de reforzar que somos Calidad por Naturaleza, son respuesta al sentido de pertenencia consecuencia de un proceso apasionado y de puro corazón.
“¿Qué más puedo pedirle a la vida? Que esto continúe, es lo que siempre le pido a Dios. Y muy importante también, todo se lo agradezco a Él.”
Gracias Mauro por formar parte de esta familia, por ser inspiración.